🌄 El valor de la vida
Cuando el valor de la vida es escaso, se aplican reglas simples de comportamiento.
Que la vida no valga lo mismo en Suiza que en Sierra Leona no es ningún secreto.
Respecto a esto, podríamos tener en cuenta el fondo o la forma, es decir, por qué ocurre o cómo ocurre. Hoy te voy a hablar de lo segundo y, más concretamente, de cómo se da en las sociedades donde la vida vale poco.
No por nada, sino porque probablemente si estás leyendo este correo tengas la suerte de vivir en una sociedad donde existe una cierta seguridad, y el motivo es una cultura depurada a lo largo de generaciones que bebe de una moral judeocristiana común a todos.
Al fin y al cabo, los valores son modelos de comportamientos, solo que pensados para un bien común. Cuando este bien común no está contemplado, no es que no exista un modelo de comportamiento, sino que el modelo es otro.
Pero antes de explicarte mi punto, primero te voy a contar una pequeña historia personal para que entiendas de dónde viene que le haya dado tantas vueltas a esto:
Resulta que, como te comenté en mi último correo, estuve dos años viviendo en la banlieu parisina: uno de estos barrios por los que es mejor no pasar ni para dar un recado.
Pues bien, a la semana de llegar, el recado me lo dieron a mí.
Golpe por detrás en el coche y un joven que se baja con una barra de hierro en lugar del parte del seguro que suelo utilizar yo en estos casos. Cosas de tradiciones, probablemente.
Intercambiamos pareceres acerca de quién había tenido la culpa: si era mía por dejar cruzar a una mujer mayor por un paso de peatones o suya por decidir usar mi maletero como freno de estacionamiento.
Finalmente acabamos resolviendo que lo más sensato sería que yo le pagase 50€ para reparar la parte delantera de su maltrecho Renault Clío (todos estos conducen un Clío, no me preguntes por qué).
En otra ocasión te contaré cómo logré bajar el precio de 600€ a 50€, a pesar de que él tenía la posición dominante en la negociación al prometerme que, de no hacerlo, me quemaría el coche.
Pero hoy me quedaré con esto último, lo del coche en llamas.
Aunque solo llevase una semana allí, yo ya sabía que no se las estaba tirando de pirómano. En realidad, esa semana me había valido para haber visto ya varios coches calcinados y otros tantos cercos de hollín que habían dejado los que la grúa ya había retirado.
Parecía que esto de que las conversaciones infructuosas terminaran en coche quemado iba en serio. Fue un buen primer aviso.
A partir de ahí, fui testigo de otras mil historias: agujeros de bala en portales, cócteles molotov en la comisaría de la ciudad o la noticia de una discusión –precisamente derivada de un choque en carretera– que había terminado con un destornillador en el pecho de un tipo (esto lo leí unos días después la situación que te acabo de contar).
Donde antes podía haber espacio para cuestiones metafísicas en mi cabeza, ahora, por lo que fuera, toda mi atención se iba a este tema.
¿Por qué ponen en riesgo su vida ante lo más mínimo? ¿Cuál es su forma de proceder en situaciones de tensión?
Pues bien, ante la primera pregunta, la respuesta probablemente sea: porque no tienen nada que perder.
Cada tarde estudiando en casa para el examen de la semana siguiente es una inversión que haces sobre ti. Cualquier proyecto que planifiques a largo plazo es un motivo para seguir vivo cuando pase ese tiempo.
Cuando solo has vivido el momento presente sin hipotecarlo por un futuro, es difícil que tengas algo que conservar. A fin de cuentas, todo es presente.
Y respecto a la segunda pregunta, me voy a poner talebiano (probablemente lo haga en muchos correos; recurro a él muchas veces para entender mejor el mundo).
A ver, esta gente de la que te hablo, aunque poco educada, tiene heurísticos que funcionan de cojones para su vida. Y existe un gráfico muy reputado entre la comunidad científica que lo explica (casi) a la perfección:
Esto de que cuanto más te lo buscas (fuck around), proporcionalmente más lo encuentras (find out), se cumple prácticamente en cualquier situación pero, cuando hablamos del valor de la vida, entra en juego una tercera variable que es el poder.
Para matar a Kennedy hay que estar muy seguro de lo que se hace y montar una muy gorda. Tiene que merecerte mucho la pena y se lo ha tenido que buscar muchísimo porque, como salga mal, estás en un buen lío.
Si el coche que llega a chocar mi amigo el de la barra llega a ser el de Pablo Escobar, quizás su comportamiento hubiese sido otro.
Esto, relacionado con lo que te lo buscas (el fuck around) cobra mucho sentido:
Alguien pierde 1kg de cocaína: si es el dealer, la cosa queda en anécdota; si es el camello que se mueve en bicicleta, tiene suerte si lo pueden enterrar de una sola pieza.
Supón que un chaval estadounidense filtra unas conversaciones de Hunter Biden que lo exponen ante un supuesto delito de agresión sexual. Ahora imagina que, como ha sido el caso, haya sido Elon Musk quien lo haya hecho. De nuevo, diferentes repercusiones sólo por la posición de quien lo realiza.
Lo que quiero decir es que cuando el valor de la vida es escaso, se aplican reglas simples de comportamiento. Los pormenores del código civil pasan a un segundo plano, e imperan las normas de la selva que siguen su propio funcionamiento y se aplican en función de lo dicho: lo que te lo busques y lo que seas.
Así que si no eres ni Musk ni Escobar y decides pararte así como así en un paso de peatones de la París extramuros, te recomiendo que lleves 50 € en el bolsillo y hayas leído mi próximo correo. Hasta entonces, si te pasas por París, ocúpate de dejar que los Clío te adelanten.
P.D. También puedes escribirme y te digo un par de sitios guapos a donde ir.
Javi.