💸 Ganar en riqueza, perder en vida
Si te vas a obsesionar con algo, que sea con construir una vida plena.
“Cuando alguien busca —dijo Siddhartha—, suele ocurrir que sus ojos solo ven aquello que anda buscando, y ya no logra encontrar nada ni se vuelve receptivo a nada porque solo piensa en lo que busca, porque tiene un objetivo y se haya poseído por él. Buscar significa tener un objetivo. Pero encontrar significa ser libre, estar abierto, carecer de objetivos. Tú, honorable, quizá seas de verdad un buscador, pues al perseguir tu objetivo no ves muchas cosas que tienes a la vista”.
Han pasado tres meses desde la última reflexión que recibiste mía. Disculpa la ausencia, pero mantengo el compromiso de no molestarte, salvo que tenga algo que merezca la pena compartir contigo.
Resulta que llevo tiempo dándole vueltas a varios temas que absorben casi todos mis pensamientos: la obsesiva acumulación de riqueza dinero, la sobreoptimización y la incapacidad que todos compartimos de no saber reconocer cuándo es suficiente.
He intentado condensar estas ideas para que te sirvan como un hilo del que tirar, una invitación a la reflexión y al intercambio de ideas que nos enriquezcan a todos. Estaré encantado de leer tus comentarios y seguir la conversación por ahí.
Vamos con ello.
La ambición descontrolada
Antonio Gala decía que ya no se envidian las cualidades del alma, sino el resultado y el rendimiento que nos pueden dar estas cualidades. En otras palabras, el dinero que se puede ganar con ellas. Se envidia la bondad solo si es productiva.
Nos dicen que el progreso se mide en cifras: en el PIB de un país, en el número de seguidores en redes sociales, en el salario o en el número de ceros de la cuenta bancaria. Pero, ¿qué pasa con el progreso que no se mide en números, como la paz mental o la calidad de nuestras relaciones?
🕵🏻♂️ La falacia McNamara es un concepto que se refiere a la tendencia a enfocarse en aquello que se puede medir e ignorar todo lo demás.
Estamos tan cegados persiguiendo el dinero, el estatus y el mantenernos siempre ocupados, que hemos descuidado por completo la vida misma. Nos han convencido de que detrás del dinero se esconde la felicidad, pero la felicidad es gratuita y brota de la naturaleza.
No existe mayor esclavo que el que ha sido devorado por una ambición desmedida. La diferencia entre un esclavo y un adicto al trabajo es psicológica. El esclavo es forzado a trabajar, el adicto al trabajo es programado para "elegir" trabajar todos los días de la semana a todas horas. La sensación de independencia en la toma de decisiones es adictiva. Conozco personas que han acumulado fortunas. Tienen suficiente para vivir sin preocupaciones, en cambio, siguen obsesionadas por tener más. Todas ellas han sacrificado su vida personal para convertirse en personas con muchos ceros en sus cuentas corrientes. Trabajan de sol a sol, sus relaciones se sostienen sobre un fino hilo, su salud brilla por su ausencia y se les ha olvidado lo que se sentía al tener una mente en calma.
Cuando perseguimos un solo objetivo —como el dinero—, descuidamos el resto de cosas y nos convertimos en esclavos de nuestro objetivo.
La verdadera renuncia
La libertad duele porque implica renunciar a lo que más anhelamos. Quienes se esclavizan por el dinero justifican su sacrificio con la promesa de un bien mayor. Pero, salvo que hayas descubierto la penicilina, ese bien colectivo es una excusa para sentirte mejor. La verdadera renuncia no está en entregar la vida personal a la acumulación de recursos, sino en dejar ese sobrante encima de la mesa y dedicarte a quienes dices que tanto amas. Libre no es quien lo tiene todo, sino quien es capaz de soportar el vértigo de rechazar estatus y dos ceros más en el banco, entendiendo que lo verdaderamente importante no se mide en cifras.
El afán de poseer nos quita las ganas de vivir. Llamamos felicidad a todo lo que nos encadena: a la hipoteca de un chalet que será una carga durante treinta años, a la obsesiva búsqueda de un cuerpo perfecto, a los viajes carísimos al otro lado del mundo o al último iPhone que sustituye al que aún funciona perfectamente. Nos autoenganchamos a la rueda del consumo porque creemos que tanto tenemos, tanto valemos.
El éxito se mide en dinero, la felicidad se mide en dinero. El dinero ha pasado de ser un siervo para nosotros a servirle sin descanso. El dinero se ha convertido, es una especie de panacea universal, de Dios universal al que (casi) todos rinden pleitesía.
Ambición sostenible
Cuanta una parte de nuestra vida florece, otra sufre. Si tuviera que dejar una idea al mundo, sería esta:
Presta atención a todo lo que no estás prestando atención y reflexiona si de verdad estás dispuesto a renunciar a ello hasta el fin de tus días.
Si tu única meta es hacer dinero, lo demás perece.
Mi querida amiga Claudia Cuevas compartía en su última newsletter una idea sobre ser ambicioso por naturaleza. Decía así:
“No debemos abolir la ambición, no podemos, porque aspirar a algo mejor forma parte de nuestra naturaleza, pero me parece innegable la asunción de que esa ambición necesita un marco humano, tangible, conectado con nuestras verdaderas necesidades.”
Ambición sí, pero sostenible.
Si te vas a obsesionar con algo, que sea con construir una vida plena, una vida que merezca la pena ser vivida una y otra vez.
La riqueza real no es —únicamente— lo que acumulas, sino lo que compartes y la tranquilidad con la que vives. Tener es una consecuencia de ser y de hacer.
Se trata de centrarnos más en ser y menos en tener. Me viene a la mente este maravilloso texto que me compartió un buen amigo (gracias Adrián) hace unos días. El texto es de Jesús Terrés:
“Llega a ser lo que eres. Antes, cuando era más joven —y más imbécil— pensaba que para llegar a ser quien eres necesitabas armar un camino, una lista de anhelos, objetivos, una meta a la que llegar, convertirte en algo que todavía no eres. Ahora pienso (siento) que es exactamente al revés, no se trata sumar, sino de restar. Lo que llegarás a ser ya está ahí, como el David de Miguel Ángel oculto bajo el mármol de Carrara. Vivir es descortezar esas capas hasta que solo quede el hueso, quemar los brezos cuando acabe el invierno, quitar lo que sobra para quedarte con lo que eres. Vivir es desandar. Saber dónde estás. Estar con los míos, querer muchísimo a Laura, ser de verdad, mirar el mundo bonito, buscar las alegrías, escuchar con el corazón, dejar que las cosas duelan, ser (cada día) consciente del milagro. Es que lo es.”
El olvido de vivir
La verdadera riqueza no se acumula en una cuenta bancaria, sino en los momentos que vives, en las personas que amas y en la tranquilidad con la que cierras los ojos cada noche.
“¡Qué hermoso era el mundo para quien lo contemplaba así, sin ningún deseo de explorarlo, con una visión ingenua y de infantil simplicidad! ¡Qué hermoso y agradable era deambular así por el mundo, tan despreocupadamente y con el corazón abierto a todo lo inmediato, sin recelos de ningún tipo”!
Siddhartha.
He sido esclavo (y lo seguiré siendo) de una ambición visceral y descontrolada. Una fuerza que me contamina desde dentro hacia afuera y que solo se hace evidente cuando ya has perdido algo irremplazable. Me gustaría decir que soy inmune a ella, pero no lo soy. Aparece en los momentos más inesperados, exigiendo más. Este texto nace del conflicto entre la vida que desearía habitar y las expectativas que el mundo impone sobre mí.
Es la resistencia consciente lo que me mantiene atado al mástil la mayor parte del tiempo. Como nos contó Carlos Javier González Serrano en el último episodio del pódcast, debemos resistir, practicar el pensamiento crítico y construir una filosofía de vida anclada en valores auténticos, lejos del consumismo emocional y de la dictadura del tener.
La verdadera riqueza no se mide en cifras, sino en la profundidad de los momentos vividos, en las personas que amas y en la tranquilidad con la que te vas a la cama.
¿De qué sirve tener todo, si al final del día no tienes nada?
Te dejo una entrevista con el gran Antonio Gala y tres textos que me han servido de inspiración a la hora de escribir estas líneas. Disfrútalos a fuego lento, que para eso están.
Son cosas que hay que tenerlas presentes todo el tiempo, leo esto y me vuela la cabeza, pero me distraigo y estoy mirando el Iphone nuevo, todos los días hay que evitar caer en la trampa y poner un freno. Gracias por lo que escribiste, voy a leer los textos que ayudaron a inspirarte.
Por eso solo eres libre cuando puedes decidir.