🦒 La generación obsesionada con La Gran Belleza
La vida trata más sobre el cómo que sobre el qué
Un día hace unos años recibo la llamada mi amigo Santi para decirme expresamente que vea una película. No una cualquiera sino, según él, una que me iba a volver loco. Lo primero que pensé es que no iba a ser para tanto: la película, de un tal Sorrentino, llevaba estrenada 4 años, nunca había escuchado hablar de ella y formaba parte de esa categoría que sólo unos pocos frikis consumen, el “cine de culto”. Pero me equivocaba, se trataba de La Gran Belleza.
De Paolo Sorrentino había escuchado hablar de sus planos abiertos y el cuidado por la estética en sus escenas. Pero claro, en aquel momento eso no era nada que pudiera llevarme al cine a ver una de sus películas.
Como cualquier niño de los 90 que ha crecido con los inicios de internet, siempre he sido alguien bastante pragmático. “No me gusta leer, simplemente es un medio para llegar al conocimiento” es una frase que me ha acompañado más tiempo del que me gustaría reconocer. Esto, que puede parecer algo sin importancia, refleja un síntoma evidente del padecer de una sociedad que prometía ofrecernos una mejor vida. Pero, en realidad, todo esto cambia en el momento en que llega Sorrentino a mi vida, así que volvamos a él.
Hasta entonces, como decía, sólo veía películas como El Club de la Lucha o Scarface, con una trama interesante y dinamismo. A fin de cuentas —y a diferencia de mi padre, que es capaz de verse el mismo Western por decimoquinta vez y seguir disfrutándolo como la primera— necesitaba un guión muy bueno para poder mantener la atención. De eso había tratado mi vida siempre, de saber seleccionar de entre todos los estímulos el mejor, buscando una mayor eficiencia.
Pero encuentro otra realidad. De repente la vida, vista desde los ojos de Jep Gambardella, tomaba otro cariz. “Un hombre condenado a la sensibilidad”, que contemplaba el mundo sin tratar de cambiarlo; espectador de la obra de teatro en la que habitaba y con el convencimiento de haber pagado el pase.
Eso no era en absoluto lo que estaba acostumbrado a ver, no era lo que me habían contado sobre la vida y, sin embargo, algo se me había girado por dentro. Nada más terminar de verla la empecé de nuevo. Sólo iba a ser la primera de muchas.
Fue entonces cuando entendí algo: La vida trata más sobre el cómo que sobre el qué.
El mes pasado me escribe Sergio “guárdate una horita y escucha esta maravilla”. La historia se repite. En este caso, Sergio me habla de “Viaje a Roma”, un disco que acaba de sacar un grupo vasco que se llama Galerna. Resulta que tenía razón, el disco es una maravilla y narra una historia de amor dividida en doce canciones. Así como La Gran Belleza rompe con el cine habitual y muestra una perspectiva distinta, que requiere de tiempo y romanticismo para saber entender; los chicos de Galerna consiguen hacer lo mismo musicalmente con este disco.
De repente, me doy cuenta de algo: lo de La Gran Belleza no es una excentricidad que compartamos mis amigos y yo. En el álbum hacen referencia en tres canciones diferentes a la película, para acabar por todo lo alto con un “veo en lo inútil la belleza”. Joder, estos chavales están tan locos como yo.
En ocasiones pensamos que nuestra realidad es aplastante y, en otras, que nuestras ideas sólo se encuentran en nuestra cámara de eco. Llevo 6 años obsesionado con el cine de Sorrentino y encontrando gente que opina –de manera completamente respetable– que es aburrido y sin trasfondo, así que me era fácil pensar lo segundo. Ahora veo que no. Que existe algo detrás de todo esto, que une a locos de cualquier sitio y que nos lleva a desear una vida como la que muestra en su cine el bueno de Paolo: pausada, con amigos, brisa de fondo y Negroni en mano. A velocidad x0.5.
Ojalá tú también veas la vida así, ojalá también quieras ver más allá de la montaña burocrática y de odio en la que se está convirtiendo el mundo, ojalá leas esto y saques la sonrisa que saqué yo escuchando “Viaje a Roma”.
Hay momentos en los que miro alrededor y la vida me aterra, pero conozco el camino de salida… en el fondo, sólo es un truco.
En este correo no hay enseñanza pero si, llegado hasta aquí, te ha gustado lo que has leído y te sientes identificado, quiero decirte que no estás solo. Por mi parte, te regalo estas dos recomendaciones que van en esa dirección que tanto perseguimos y, probablemente, con ellas ganes ya más que con cualquier otra cosa que pudiera decirte.
A fin de cuentas, puede que tú también formes parte de la generación obsesionada con La Gran Belleza.
Te mando un fuerte abrazo,
Javi.
Trayecto en bus Gijón-Valladolid. Había trazado un plan bastante ambicioso de tareas productivas que, al terminarlas, me hiciesen sentir que el día había tenido sentido. Sin embargo me cruzo con tu newsletter en El Rincón de Aquiles, y como amante de “La Gran Belleza”, me lanzo a escuchar “Viaje a Roma” de Galerna.
Qué maravilla. Escucho con cascos, mirando por la ventana del autobús los increíbles paisajes naturales de la cordillera cantábrica. Verde, marrón y algo de amarillo. Pienso mucho en las Martas de mi vida. Termino la última canción, y casi ha transcurrido la mitad de mi viaje. No he hecho nada y sin embargo estoy satisfecho. Pararse y admirar la belleza que hay a nuestro alrededor. ¡Gracias por el contenido Javi!
Solo me bastó una breve charla a orillas del Sena para ver tu obsesión por "La Gran Belleza". Días mas tarde me puse a verla y pude entender mejor dicha conversación.
Muy bueno el texto, intentaré sacar un hueco para escuchar el disco de Galerna.
¡Un saludo Javi!