El dolor y el placer como dos caras de la misma moneda, inseparables y necesarios para dar sentido a nuestra experiencia. En esta sociedad que tiende a rechazar cualquier malestar, creo que el desafío es aprender a convivir con la incomodidad sin tratar de anestesiarla constantemente, y poder vivir de una manera más auténtica, sin parches.
Muy acertado, Ainhoa, y en sintonía con lo que apuntas. Considero que en los tiempos que vuelan, uno de los aprendizajes más relevantes y reconfortantes es aprender a vivir en armonía con la incomodidad y la incertidumbre.
Uno de mis pensamientos más tristes que tengo regularmente. “Me gusta la vida, es hermosa. Pero ¿vale la pena esperar por esos momentos de plenitud cuando esta plagada de dolor” Necesito apropiarme de la idea de este texto, gracias por escribir esto.
Gracias, Vika, por compartir aquí tu pensar y sentir.
Me gustaría tener una receta magistral, pero no la hay. Podría hablarte de mí, de cómo he ido encontrando calma en los lomentos dolorosos. No está reñido, pero encontrar el modo es muy personal. Eso sí, haz por rodearte de gente bonita que te cuida y que deje que la cuides. Los vínculos así son un bálsamo en momentos duros.
No sabía cuánto necesitaba este texto hasta que mis emociones han brotado a lo largo de los párrafos. Me ha recordado a Boecio y he hallado utilidad en el sufrimiento a través de sus palabras. Cuán necesario es recordar lo que afirma Cuca en una sociedad acostumbrada a la dopamina por la vía fácil y a evitar cualquier dolor. Gracias. Mil gracias. Nueva admiradora.
Muchas gracias, Paula, por tu sentir y por compartir conmigo (y todos los curiosos) lo que te ha resonado leyéndome.
Y sí, considero como tú necesario recordarnos de dónde venimos y que el dolor es inherente a la vida, aunqie estemos en una etapa social de hiperestimulaciones varias y anestesias del alma.
El dolor y el placer como dos caras de la misma moneda, inseparables y necesarios para dar sentido a nuestra experiencia. En esta sociedad que tiende a rechazar cualquier malestar, creo que el desafío es aprender a convivir con la incomodidad sin tratar de anestesiarla constantemente, y poder vivir de una manera más auténtica, sin parches.
Muy acertado, Ainhoa, y en sintonía con lo que apuntas. Considero que en los tiempos que vuelan, uno de los aprendizajes más relevantes y reconfortantes es aprender a vivir en armonía con la incomodidad y la incertidumbre.
Gracias por tus palabras.
Abrazos.
Uno de mis pensamientos más tristes que tengo regularmente. “Me gusta la vida, es hermosa. Pero ¿vale la pena esperar por esos momentos de plenitud cuando esta plagada de dolor” Necesito apropiarme de la idea de este texto, gracias por escribir esto.
Gracias, Vika, por compartir aquí tu pensar y sentir.
Me gustaría tener una receta magistral, pero no la hay. Podría hablarte de mí, de cómo he ido encontrando calma en los lomentos dolorosos. No está reñido, pero encontrar el modo es muy personal. Eso sí, haz por rodearte de gente bonita que te cuida y que deje que la cuides. Los vínculos así son un bálsamo en momentos duros.
Abrazos.
No sabía cuánto necesitaba este texto hasta que mis emociones han brotado a lo largo de los párrafos. Me ha recordado a Boecio y he hallado utilidad en el sufrimiento a través de sus palabras. Cuán necesario es recordar lo que afirma Cuca en una sociedad acostumbrada a la dopamina por la vía fácil y a evitar cualquier dolor. Gracias. Mil gracias. Nueva admiradora.
Muchas gracias, Paula, por tu sentir y por compartir conmigo (y todos los curiosos) lo que te ha resonado leyéndome.
Y sí, considero como tú necesario recordarnos de dónde venimos y que el dolor es inherente a la vida, aunqie estemos en una etapa social de hiperestimulaciones varias y anestesias del alma.
Nos leemos.
Abrazos.